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Presentación

Ha sido para mí una satisfacción poder encargarme de supervisar la nueva edición actualizada del Diccionario de Filosofía de mi difunto esposo. En realidad, sólo estoy cumpliendo su deseo: en diversas ocasiones habló de la puesta al día del DICCIONARIO.., que debía reflejar y discutir la investigación académica y los hallazgos científicos más recientes. Pero no tenía ningún deseo de hacerlo por sí mismo. «Quiero hacer otras cosas», decía. Sin embargo, seguía manteniéndose al corriente de las últimas publicaciones y rellenaba innumerables fichas para la nueva bibliografía del DICCIONARIO.

Durante la última década de su vida, y ya sin la presión de tener que trabajar en el DICCIONARIO, José siguió desarrollando más plenamente sus ideas filosóficas originales en libros como De la materia a la razón, Ética aplicada, o Fundamentos de Filosofía, al tiempo que publicó nuevas ediciones revisadas de El ser y la muerte. Siguió escribiendo numerosos artículos, también para los periódicos, algunos de los cuales fueron publicados en Ventana al mundo y en el póstumo Mariposas y supercuerdas. Perfeccionó sus habilidades narrativas en Siete relatos capitales y Voltaire en Nueva York hasta sentirse suficientemente seguro como para escribir cinco novelas: Claudia, mi Claudia, Hecho en Corona, El juego de la verdad, Regreso del infierno y La señorita Goldie, así como el libro de relatos cortos Mujeres al borde de la leyenda. Incluso había empezado un libro parecido de relatos cortos titulado Hombres al borde la locura. Entre las «otras cosas que quería hacer» estaba El mundo del escritor, un libro que había estado planeando por lo menos durante veinte años.

Aunque él lo habría deseado, no pudo llegar a ver la revisión del DICCIONARIO. Después de su muerte, la magnitud de la tarea hacía que ésta resultara desalentadora, a pesar de que yo sabía que él habría querido que se hiciera una nueva edición. ¿Quién podría tomar las decisiones que, a mi entender, sólo José podía tomar? ¿Quién tendría los conocimientos, el talento y la habilidad necesarios? ¿Quiénes estarían dispuestos a dedicar tanto tiempo, a gastar tanta energía en una obra tan imponente? No esperaba encontrar un par de mi difunto esposo, pero pensé que quizás un equipo de personas sería capaz de actualizar el DICCIONARIO. Entonces recordé que José había rechazado la idea, posiblemente porque un equipo así no entendería la unidad de pensamiento que es uno de los grandes logros del DICCIONARIO.

Pienso, pues, que la persona idónea para trabajar en el DICCIONARIO ha resultado ser la misma persona que tan hábilmente ha dirigido la Cátedra Ferrater Mora de la Universidad de Girona, la que con tanto interés ha cuidado también de la instalación de la Biblioteca Ferrater Mora y de la colección de cartas que él conservó durante al menos los últimos cuarenta años de su vida.

Estoy satisfecha de ver aparecer una nueva edición del DICCIONARIO, especialmente cuando recuerdo lo mucho que me ayudó no sólo en mis tiempos de estudiante, cuando mis conocimientos de filosofía eran, digamos, escasos, sino también cuando me preparaba para los exámenes de doctorado, e incluso mucho después. Parecía que, cuanto más sabía, más descubría en los diversos artículos del DICCIONARIO.

También estoy satisfecha porque sé que estoy cumpliendo la voluntad de mi marido. En un testamento muy informal escribió: «Deseo que mi querida esposa tenga la fortaleza necesaria para vivir aún durante muchos años, y para hacer, en el transcurso de los mismos, cuanto crea mejor para mantener viva la memoria de los pensamientos que he expresado en mis escritos.» Así he intentado hacerlo, y lo seguiré haciendo. Estoy segura: José estaría complacido de que SU DICCIONARIO siga vivo.

PRISCILLA COHN

viuda FERRATER MORA

Penn State University